domingo, 4 de septiembre de 2011

Padre, no es el que engendra.

Hay momentos claves en la vida de los hijos, momentos en que es importante saber quién está presente, como cuando: el día que nos vieron por primera vez mediante ecografía, el día que nacimos, el momento en que empezamos a gatear y caminar, la vez que pronunciamos nuestras primeras palabras, el día que salió nuestro primer diente, nuestro primer día de clase; en fin, estos y muchos momentos más, que se disfrutan una sola vez.

Un verdadero padre es aquel que asume la tarea de criar a sus hijos con amor y responsabilidad, de brindarles alimento, techo, educación y valores como el respeto y la solidaridad. Este rol incluye también acompañar al hijo en sus éxitos y fracasos, para ayudarlo a crecer y hacerse más humano.

Un verdadero padre te hace sentir que cuentas con él en todo momento, te dice que la vida es bella, que tiene matices, pero que con tu pincel puedes ponerle el color que deseas ver; aquel que te enseña con orgullo a no ser frágil, a convertirte en un guerrero para dar pasos firmes sin tambalear y cuando caes, te enseña como levantarte; al naufragar y sentir ahogarte, sabrás de antemano que sus brazos te estarán esperando en cada orilla … Es quien te enseña que no sólo las balas matan, es quien nos perdona todo y nunca nos da la espalda, es quien te dice que debemos medir nuestras palabras evitando herir a quien está al costado. Nos dice que debemos sacarle tiempo al tiempo, que nunca es tarde. A no acercarnos a la soledad ni refugiarnos en los malos hábitos … Y sobre todo: “A saber qué carta jugar en el ‘juego de la vida’ con la firme convicción que ganaremos. A abrir siempre nuestro corazón y no guardar rencor por los que nunca estuvieron presentes”.

Porque padre no necesariamente es el que engentra. Un saludo especial a todas aquellas personas que asumieron y cumplieron este rol a cabalidad.

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